










Una salsa que ha perdurado por generaciones
Nadie sabe mejor que los italianos, y los mexicanos de la pasión por la comida, los ingredientes de alta calidad y el placer de comer juntos.
Los Domingos en la casa de la Nonna, comenzaban con un aroma de ajo acitronado y jitomate que llegaba desde la cocina, acompañado de la música del piano (de quien se animaba a tocar) misma que se escuchaba antes de sentarnos en la mesa familiar con comida deliciosa para compartir.
Así nos enseñaron en casa, que estando juntos, la comida es un momento de gozo, de compartir y nutrir cuerpo y emociones.
El momento más importante era escuchar a la Nonna, llamando a la mesa ¡A tavola!, todos llegábamos a tomar nuestro lugar. La Nonna disfrutaba sirviendo esos grandes platos de pasta al pomodoro, que nosotros rociabamos abundantemente con queso parmesano. Después venian otros platillos, pero lo más innolvidable era la salsa que bañaba la pasta, la cual comíamos hasta la última saboreada limpiando el plato con un pedazo de pan, haciendo “scarpetta”,como se dice en italiano.
La hora de la comida era de alegría, era una fiesta de sabores y de pláticas, hablábamos unos con otros (generalmente de comida) nos interrumpíamos, mientras pasábamos los platillos y del primer plato al postre, podían pasar horas. La sobremesa era larga y sin prisa, era un placer.
La historia de la familia en Italia comienzó en Santa María Capua Vetere, un pueblito italiano cerca de Caserta, Nápoles, ahí nacio Luigi Salzillo, el bisabuelo que siendo Director de Orquesta y Etnólogo viajó varias veces a Nueva York , donde se enamoró de Teresa Vaia, también italiana quien era su alumna de música.
Juntos tuvieron cinco hijos, Girolamo, Rosa, Ana, Amalia y Carlo.
Los cambios en la vida del mundo en esos años, hizo que muchos italianos decidieran emigrar, unos a Estados Unidos, y algunos otros como el caso de los Salzillo, llegaron a México, país en el que vivieron hasta el final de sus días.
El bisabuelo les enseñó a sus hijos a amar a México como su propio país, en casa se hablaba español y en dialecto napolitano “Ma caggia´fa” ,era común ver a los tíos hablar en dialecto para que nadie les entendiera.
La Nonna y sus hermanos continuaron con su vida en México, quienes a su vez con los años crearon sus propias familias, a quienes enseñaron tanto el amor por México como el amor a sus raíces italianas.
Años después en honor a la vida de la Nonna, regresamos a Italia, a reconectar con nuestras raíces, a conocer el lugar donde había nacido la familia, y pasando algún tiempo en el “bel paese” nos dimos cuenta de el gran tesoro que nos heredó: el amor a la familia, la pasión por la comida por la calidad de los ingredientes, el valor de lo que se hace con arte y con amor. Eso sin duda lo aprendimos de la familia italiana
Hoy (La tercera generación) Renato González Salzillo (hijo de la Nonna) y Bertha Ramos (su esposa), rescatan estas recetas tradicionales y con el cuidado amoroso, como solo los italianos saben hacer, y con esa alegría y pasión que los mexicanos conocemos bien, han logrado dar vida a Piacere, una salsa artesanal de alta calidad y de sabor único. Comenzaron a compartir la salsa entre amigos y familia, los cuales invitaron a más personas a probarla.
Hoy, tenemos el orgullo de compartir contigo Piacere, para todos aquellos que aman del buen comer y de los productos hechos con calidad y amor.
Ellos nos enseñan hoy, a rescatar las tradiciónes, a honrar nuestras raíces y volver a gozar con esas recetas que marcaron nuestra infancia y que seguirán en nuestra cocina y en la mesa que compartiremos con nuestras familias.
Las siguientes generaciones tenemos el compromiso de continuar con esta maravillosa historia de tradición y de Piacere.